miércoles, 16 de febrero de 2011

Recuperar el placer de “leer por placer”


Supongo que si estás leyendo esto es porque sabes más o menos de donde vengo, pero y aún a riesgo de parecer un pelín pesada, aclararé muy sintéticamente mi situación: llevo sin ser librera 15 días. Ya sé que mi declaración suena un poco al estilo de alcohólicos anónimos, pero la verdad es que esta situación ha provocado en mi vida un tornado que está cambiando de forma irremediable muchos detalles de mi día a día.

Algunos son muy evidentes: he dejado de tener un horario comercial que limitaba bastante mi vida social, ya no tengo la responsabilidad de un negocio sobre mis hombros, he abandonado el trato con el público-lector, etc. Pero poco a poco comienzan a surgir algunos cambios que no esperaba para nada. Todo este rollo es para explicar uno de esos cambios, el que más me ha sorprendido: he vuelto a leer por placer.

Claro, es evidente que para hacerte librero antes debes ser un bibliófilo empedernido, casi obsesivo; añadiría yo, porque si no, nadie se lo plantea en serio. Lo cual significa que antes de librera fui una gran lectora, y con “gran” me refiero a cantidad de libros ingeridos; mi modestia sigue junto a mí para recordarme que los lectores no necesitan adjetivos cualitativos, sólo necesitan diversión.

Sin embargo, durante el tiempo en que fui librera, y casi sin darme cuenta, transformé mi AFICIÓN favorita (por eso la pongo en mayúsculas, claro) en trabajo. No quiero decir que no haya disfrutado de los libros que he leído durante esa época, ni mucho menos. Pero casi siempre la elección de los títulos estuvo condicionada por mi faceta laboral. Hoy después de 15 días de abstemia librera (por cierto, que me lo estoy tomando con mucho humor así que no quiero que nadie se preocupe por mi forma de explicarlo, ¡mamá, esto va por ti!) me he sentado en la esquina del sofá de mi casa en la que la luz de la tarde ofrece sus mejores galas, y me he puesto a leer un libro que empecé el lunes de forma totalmente caprichosa, es decir, porque me dio la gana y punto.

Y al darme cuenta de que no me importa terminarlo pronto o tarde, o tener una actitud crítica-comercial para poder aconsejarlo o no, … resumiendo, que lo único que me interesa de este libro es pasármelo bien leyéndolo, he sonreído como se hace cuando te encuentras con un buen amigo al que hace mucho que no ves. Y reto a cualquiera que sea capaz de discutirme con argumentos válidos que ese placer no es como jugar en el paraíso.

¡Vivan los libros, pardiez!

(Siempre quise usar “pardiez” en algún texto, ¡qué bien sienta hacer lo que uno quiere!)

8 comentarios:

  1. Viva la ex-librera más dicharachera!!!!

    ResponderEliminar
  2. y ahora a quien le pido yo mis libro-droga?...dónde hay otro camello asi?
    que amargura de calle

    ResponderEliminar
  3. Bravo Topisto!
    Y... ahora entiendo esta reencarnación

    ResponderEliminar
  4. Tranquilo, Joaquín, siempre hay algún camello dispuesto a sacarle la pasta a los yonkis como tú, Jeje, aunque yo soy la que se queda sin tus visitas... Un beso!!

    ResponderEliminar
  5. Hola Inés, soy Sara, de Laberinto de las Artes. Siento que nuestros libros hayan dejado de acompañarte, aunque confío que esta nueva etapa que comienzas te traiga muchos éxitos... quien sabe donde nos volveremos a encontrar!
    Por lo pronto dame un toque, que llevo tiempo intentado contactar contigo por email y no lo he conseguido y necesito comentarte unas cosas.

    Contacto: sara@laberintodelasartes.com
    618 27 39 16

    Un saludo!!!

    ResponderEliminar